Viena

El verano de 2019 hice algunos viajecitos en familia, y uno de ellos fue una mini escapada a Vienna. Volamos desde Barcelona con vueling y llegamos ya muy tarde al hotel Ibis Budget Vienna. Dejamos el coche en el aparcamiento (luego veréis para qué lo alquilamos) y nos fuimos a inspeccionar un poco la zona.

Estábamos junto a una parada de metro pero decidimos caminar y nos encontramos a pocos minutos con el Prater Parc, que es una especie de parque de atracciones abierto, es decir, no se paga entrada, te paseas por allí y sólo pagas si te subes en alguna atracción. La verdad es que había atracciones super divertidas y el lugar en sí era bonito para dar un paseo. Como era tarde para cenar nos comimos unas porciones de pizza en un restaurante turco de comida rápida junto a la estación. Los restaurantes turcos siempre están ahí en momentos difíciles, a horas complicadas y en lugares insospechados encuentras a un simpático camarero turco que te sirve algo delicioso.


Prater Park

El segundo día nos levantamos temprano y con nuestro coche de alquiler nos fuimos a visitar el campo de concentración de Mathausen. 













Era la primera vez que visitaba un campo de concentración y creo que será la última. Me impresionó mucho ver como los turistas se pasean y se fotografían en aquel lugar, casi como si fuera un parque de atracciones. Allí tuve sentimientos muy contradictorios, ya que no entiendo la capacidad del ser humano para olvidar las grandes catástrofes, genocidios y holocaustos y no cabe en mi cabeza que necesitemos mantener un sitio así en pie para que no olvidemos lo que pasó. Por otro lado, cuando estás allí y piensas en cosas que aún siguen pasando en el mundo, te preguntas, cómo es posible que se repitan las historias una y otra vez, como puede el ser humano ser tan poco humano. Para mí fue una experiencia dura y durante toda la visita sentí que no debía estar allí.



De vuelta a Vienna, disfrutamos de unas preciosas vistas de montañas de viñedos junto al río en el valle de Wachau.


También nos paramos en la Abadía de Melk, que ya estaba cerrando al público, pero pudimos disfrutar de los exteriores y tomar un café.








El día se acababa, así que devolvimos el coche en el aeropuerto y fuimos en metro hasta el hotel. El transporte público en Viena es bastante bueno. El tercer día lo dedicamos a ver la ciudad. Nos  movimos caminando y en transporte público. Se puede comprar un bono de 24-48 horas o un billete sencillo, se debe validar solo una vez.








Ópera de Viena








Desde el interior del Museo de Sisi










El último dia, ya que nuestro vuelo salía por la tarde, aprovechamos para ir a ver el Palacio de verano de Sisi que está a las afueras de la ciudad. Fuimos en metro, pero había obras y un trozo del trayecto lo hicimos en bus. La cuestión es que al llegar allí en pleno agosto y sin los billetes comprados, había 5 horas de espera. Así que, nos quedamos con las ganas de ver el palacio, pero lo mejor es que los jardines son gratis e inmensos, puedes pasarte el día disfrutando de ellos. Así que estuvimos toda la mañana viendo los jardines que no os debéis perder bajo ningún concepto. Además desde la parte alta hay unas hermosas vistas a la ciudad.















Comidas que hay que probar en Vienna: Shnitzel, Gulash, Applestruder y cómo no! La Tarta Sacher. Esta última la puedes comer en casi cualquier café, pero nosotras decidimos comerla en el Hotel Sacher, haciendo unos 30 minutos de cola y por un precio que no fue tan caro como esperábamos, nos comimos nuestra tarta rica, rica. 















Vienna es una ciudad con encanto, merece una escapada de 2 o 3 días, en verano me pareció bonita, pero creo que en invierno y con nieve debe tener un encanto especial. No os la perdáis!

No hay comentarios:

Publicar un comentario